El símbolo de la Rosa y de la Cruz es extremadamente antiguo, fue entregado por los Señores de la Sabiduría, haciendo referencia a todas las infinitas posibilidades que tiene el Alma (la Rosa) del ser humano en la evolución. No está ligado a ningún tipo de creencias ni de dogmas; representa la realización de la Vida en cualquiera de sus múltiples aspectos. La Rosa encarna todo lo que el ser humano tiene de noble, de bueno, de sensible, de místico, de espiritual, de consciente; es todo lo que vamos cultivando día tras día en la evolución.
Los grandes de la evolución, los sabios, los prohombres de la raza, los eminentes músicos, pintores, escultores, artistas, místicos y científicos en general, son seres que han cultivado más su Rosa que nosotros; se han esforzado más y tienen más trabajo en la evolución, es decir, han aprovechado la vida en sus múltiples manifestaciones para ir educiendo todas las infinitas posibilidades que tenemos subyacentes en la interioridad de cada uno de nosotros. ¿Por qué no se han manifestado en nosotros esas capacidades? Porque nos hemos esforzado menos o lo que es más triste, porque probablemente no nos hemos esforzado; por eso, no pasamos de ser al mismo nivel del común de la humanidad. Las enseñanzas rosacruces propugnan que el ser humano vaya buscando dentro de sí esas sublimes posibilidades para ser puestas en acción. Tratan de que el ser humano vaya trasformando todo lo deficiente de su humana naturaleza para convertirlo en naturaleza divina. ¿Cómo lo logra? A través de la Cruz, no como símbolo de tortura ni de dogma, sino como el poder que hace posible que exista todo cuanto existir pueda en el Universo, en la Naturaleza y en el ser humano.
Para los Rosacruces la Cruz representa la armonía de los contrarios; el poder polar de lo masculino y de lo femenino quienes a través de su interrelación hacen posible la manifestación y exteriorización de la vida, del amor, de la consciencia, del saber, de la acción fecunda y de todas las infinitas cualidades que tenemos para ser puestas en actividad. Es el culto a la otra polaridad a través del poder de la Cruz, un culto místico, estético, sensible, que hace que el ser humano se convierta en poeta, que se convierta en el rey de su propia vida cuando admira, cuando adora a la otra polaridad de la existencia.
Hasta hace algunas décadas aún existía el culto místico y estético del hombre hacia la mujer, de lo masculino a lo femenino y viceversa; entonces, el varón escribía poesía y le cantaba las más bellas canciones a la mujer de sus sueños sin importar la distancia ni las dificultades de ninguna clase. Iba a rendirle culto estético, porque era lo único que en aquel entonces podía rendirse a la mujer desde el punto de vista de lo sutil de su propia naturaleza, y ella se sentía bella, querida, plena de amor y de sensibilidad; pero desafortunadamente la humanidad se ha sumergido en una ola de materialismo cada vez mayor, lo que ha hecho que el ser humano se olvide de su mundo interno, de su mundo espiritual, de la parte estética, sumergiéndose progresivamente en el mundo de la forma, en el mundo del instinto, de la pasión, lo que hace que los seres humanos se conviertan en enemigos unos de otros.
La Fraternidad Rosa Cruz enseña la esencia misma de la sabiduría de las edades para perfeccionarnos más rápidamente y ser copartícipes de la evolución y del progreso, sirviendo a nuestros hermanos en la humanidad que tanto sufren por la ignorancia, por la inconsciencia y por los vicios. Estos conocimientos nos instruyen cómo cultivar la sensibilidad, la armonía espiritual, la ternura, el cariño, el sentimiento de fraternidad y a admirar la belleza en todo cuanto existe. Nos enseña a reconquistar la voluntad perdida, el carácter y la decisión para escalar el sendero que nos lleva a trascender las humanas limitaciones y las debilidades que nos hacen sufrir.
La Cruz, los cuatro estados simbólicos de los sabios: tierra, agua, aire y fuego, en relación con la personalidad constituida por los cuerpos físico, vital, emocional y mental, hacen posible que la Rosa, la tríada superior, la Individualidad, el Ego, manifestándose como consciencia, sensibilidad e imaginación creadora, pueda florecer sobre la cruz, para que por fin podamos liberarnos de la mundanalidad, la emocionalidad y el racionalismo. Debiera ser una norma de vida para el estudiante Rosa-Cruz, buscar el sendero de la belleza, de la armonía y de la espiritualidad, porque éste es un sendero de mística conscientiva