Las Escuelas de Misterios

Las Escuelas de Misterios

Desde los tiempos más remotos, la creencia en un Ser superior y Supremo que se manifiesta en la totalidad de lo que el ser humano sólo manifiesta en parte, ha sido una verdad y creencia básica compartida por todos los humanos. Nadie sabe desde cuándo existe el espíritu de veneración -el intenso deseo de expresar la gratitud por el simple privilegio de existir-, pero no cabe duda de que sea tan antiguo como la historia misma. No hay pueblo que no rinda culto a algún dios, a alguna presencia sentida en silencio, a algún poder visto en el cielo

La totalidad de los seres humanos se dividen en cuatro clases generales, pero cada ser humano vive únicamente en una parte de mismo, o, más bien, reduce las restantes partes para hacer resaltar por encima de ellas su parte predominante. La más baja de tales divisiones es la de la naturaleza fisica; los que en ella residen son de “tierra”, son terrestres“; no viven más que para la satisfacción de su naturaleza fisica. Su idea del cielo es la de un lugar donde hay mucha comida, mucho fasto y poco o ningún trabajo que realizar. Son los trabajadores que, en verdad, se ganan el pan con el sudor de su frente. Si se les da opulencia, no son capaces de mantenerse en ella. Si se los rodea de lujo, son incapaces de apreciarlo. Son los seres terrestres que deben inclinarse por siempre ante la inteligencia

La segunda división es la de los artesanos, de los que trabajan con la mente y con las manos. Compran, venden y permutan con un poco de astucia e inteligencia con la que dominan a quienes no las poseen. Son los mezquinos tenderos y también los que procuran trocar gradualmente el trabajo manual por el trabajo mental. Dependen, en su religión, de aquellos quienes piensan por ellos, Son éstos quienes dejan que la clerecía resuelva sus problemas espirituales, sintiéndose incapaces de cargar con el honor de los pensamientos profundos. Como resultado de esto, su idea de la eternidad es más bien abstracta y su credulidad es empleada en beneficio comercial de cierto tipo de mentalidades que considera legítimo el capitalizar la ignorancia ajena

La tercera clase es la de los científicos. Con el microscopio, el telescopio y otros aparatos más complicados, los representantes de este tipo llegan a los límites de lo conocido y hacen la guerra al caos ilimitado. Los que hacen esta guerra por la causa de la ciencia son, las más de las veces, pensadores concretos que van hasta donde los llevan sus instrumentos, y en el límite, se detienen a la espera de que instrumentos más poderosos les permitan continuar el camino. En lo religioso, la mayoría de estas mentalidades son ateas, pues los milagros de la teología no pueden ser sometidos al análisis químico

El cuarto grupo abarca a filósofos, músicos y artistas que viven en un mundo mental de carácter abstracto, rodeados de sueños y visiones desconocidas e irreconocibles para los otros tres tipos. Se han elevado por encima del mundo de la educación académica y han alcanzado el mundo del idealismo creador. Este mundo es el lugar de residencia del genio, de la invención, de las cosas que las mentalidades inferiores pueden aceptar pero no analizar. En lo religioso, estos espíritus son deístas. Los más de entre ellos son monoteístas. Varios de ellos son místicos u ocultistas y aun cuando todavía no hubieren llegado al plano del reconocimiento de sus doctrinas, no por eso dejan de pertenecer al tipo superior de inteligencias, capaz de atravesar el velo que separ la sombra de la sustancia. 

El hombre fue creando paulatinamente el cuerpo o institución que llama religión. Toda fe busca de respuesta a la única pregunta: “¿Cuál es el fin de la existencia?. Cada respuesta es diferente. Reunidas todas ellas en su diversidad, es la Verdad lo que queda establecido. La Verdad es la suma de todas estas cosas. La Sabiduría Antigua es el lado invisible, espiritual de la religión, lo que vivifica el cuerpo de la religión. Es el espíritu único que habla a través de una multitud de lenguas

La Sabiduría Antigua no sabe, ni de cristianos, ni de gentiles, ni de paganos. No reconoce más que la existencia de varias ramas pendientes de un mismo árbol; cada rama es en sí misma incompleta, pero forma parte del árbol de la Fe. 

En la época pristina de la diferenciación humana, el hombre no podia gobernarse a sí mismo, pero estaba regido por quienes la naturaleza habia encargado que lo cuidasen y lo llevasen al grado de evolución en que fuese ya capaz de cuidar de sí mismo. Se nos dijo que cuando nuestro sistema solar comenzó a actuar, los espíritus celestes o Ángeles Estelares vinieron hacia nosotros y nos mostraron las rutas de la sabiduría para que tuviéramos por derecho de nacimiento el adquirir ese conocimiento que Dios da a todos los seres de su Creación. Dícese que fueron esos espíritus estelares los que fundaron las Escuelas de Misterios de la Sabiduría Antigua, pues esta Sabiduría era el conocimiento de la voluntad de la naturaleza con respeto a sus criaturas. El arte más elevado de todos los mundos es el arte de ser natural, pues lo que es natural sobrevivirá 

En remotos pasados los dioses se acercaban a los hombres y mientras los Maestros de las esferas invisibles de la naturaleza trabajaban con la humanidad todavía infantil en este Planeta, los dioses escogían entre los hijos de los hombres a quienes fuesen los más sabios y veraces. Trabajaron con éstos, preparándolos para que pudieran continuar la labor de los dioses, cuando las jerarquías pirituales se hubiesen retirado a los mundos invisibles

Con estos hijos del hombre especialmente instruidos e iluminados, dejaron los dioses la llave de su gran sabiduría, que era el conocimiento del bien y del mal. Dispusieron que esos hombres así instruidos fuesen sacerdotes y mediadores entre ellos (los dioses) y la humanidad que hasta entonces no había abierto los ojos que le permitiesen atisbar el rostro de la Verdad y poder vivir. Amparados por la divina prerrogativa, estos iluminados fundaron lo que conocemos actualmente como los Misterios Antiguos. Estas fueron escuelas de verdades religiosas en las que la religión se usaba en el sentido que implica sabiduría divina. Podían entrar en estas “universidades” espirituales los hombres más capaces. 

Al principio, estas escuelas fueron reconocidas públicamente. Se construyeron grandes templos para alojar a los sacerdotes y para efectuar los procesos y rituales de iniciación. Se registraron los arcanos místicos en esculturas, tablas de arcilla y en rollos de papiro. Generación tras generación se iluminó con la sabiduría encerrada en estos documentos conservados en los repositorios sagrados. 

Manly P. Hall

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